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12 razones para Castillo de Burgalimar - 1 - 51-34

El Castillo de Burgalimar

El Castillo de Burgalimar (del árabe Bury al-Hamma, "Castillo de los Baños"), es una fortaleza omeya, construida en el siglo X sobre un pequeño cerro que domina la localidad de Baños de la Encina, situada en el norte de la provincia de Jaén (Andalucía, España).

Rodeado y flanqueado por una robusta y almenada muralla con catorce torres, el Castillo de Burgalimar, es más una decimoquinta Torre del Homenaje de factura cristiana, el castillo apenas ha sufrido daños, ya sean causados por el tiempo o la acción humana. Representa en consecuencia un perfecto ejemplo de fortaleza musulmana del siglo X, y constituye el conjunto fortificado mejor preservado de la época del Califato de Córdoba, al mismo tiempo que es uno de los castillos musulmanes mejor conservados de toda España. Su inestimable valor histórico y artístico es la razón por la que este castillo llegó a ser declarado como Monumento Nacional en 1931.

El castillo de Baños de la Encina se estableció en una zona esencial y estratégica, justo en la entrada del val del Guadalquivir y, por lo tanto, de Andalucía. Fue el califa Alhakén II (autor de la ampliación más suntuosa que padeció la Mezquita de Córdoba y también hijo del rey Abderramán III) quien decidió su construcción.

Los trabajos de construcción de la fortaleza de el El Castillo de Burgalimar se iniciaron en 9682​ (año trescientos cincuenta y siete de la Hégira), como lo demuestra una inscripción grabada en la puerta, cuyo original se conserva en el Museo arqueológico nacional de la villa de Madrid. Su construcción es contemporánea a la edificación de fortalezas similares en la región, como el Castillo de El Vacar, en la provincia de Córdoba, peor preservado.

Conforme las crónicas de la temporada, el califa ordenó levantar múltiples recintos vastos fortificados de idénticas características durante todo el camino que conducía de Sierra Morena cara Córdoba, con el fin de alojar a sus tropas (fundamentalmente compuestas por mesnaderos magrebíes) que se dirigían hacia el Castillo de Gormaz (provincia de Soria), al norte de al-Ándalus, para llevar a cabo razias contra los reinos cristianos. Sin embargo, esta línea de fortificaciones no iban dirigidas a objetivos protectores, puesto que el país atravesaba entonces por un largo período de paz.

En el siglo XI, tras el hundimiento y la separación del Califato de Córdoba en múltiples reinos de taifas, el castillo atraviesa períodos difíciles. Se transforma en objeto de continuas y fieros luchas entre musulmanes y cristianos, que ven allí una pieza clave para acceder a Andalucía. Alfonso VII de León se lo arrebata a los musulmanes en 1147, pero después de su muerte en 1157, la fortaleza vuelve a manos islámicas. Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León llegan a recuperar el castillo en 1189, sin ser este un éxito definitivo, pues 3 días después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), la fortaleza vuelve a pasar a ser dominio musulmán.

Hay que aguardar al impulso decisivo que da Fernando III en busca de la reconquista del sur peninsular para que el castillo pase claramente, en mil doscientos veinticinco, al dominio castellano. burgalimar El rey lo cede al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, y su defensa y guarda es confiada a la Orden de Santiago, muy implicada en las operaciones militares del sur de la península ibérica. Poco más tarde, Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la urbe de Baeza, de la que va a depender hasta 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa.

En mil cuatrocientos cincuenta y ocho, en pleno período de disputas nobiliarias en Castilla, Enrique IV cede la fortaleza a su condestable, Miguel Lucas de Iranzo. La resolución provoca el rechazo y malestar de la población, que se niega a mudar de jurisdicción. En mil cuatrocientos sesenta y seis, el regidor de Baeza toma el castillo y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella temporada, con la construcción de la Torre del Homenaje alrededor de uno de los bastiones originales musulmanes, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. Previamente, en el siglo XIV habría sido reordenado el espacio interior, con la edificación de un pequeño fortín sobre la plaza de armas, protegido por una muralla interior.

Más últimamente, se emprenderían distintas tareas de restauración, siempre bajo la tutela de la Dirección de Hermosas Artes. En nuestros días es propiedad pública y pertenece al Municipio de Baños de la Encina.

La mejor informacion sobre Castillo de Burgalimar - 5 - 36-76

El Castillo de Burgalimar

El Castillo de Burgalimar (del árabe Bury al-Hamma, "Castillo de los Baños"), es una fortaleza omeya, construida en el siglo X sobre un pequeño cerro que domina la localidad de Baños de la Encina, ubicada en el norte de la provincia de Jaén (Andalucía, España).

Rodeado y flanqueado por una robusta y almenada muralla con 14 torres, el Castillo de Burgalimar, es más una decimoquinta Torre del Homenaje de factura cristiana, el castillo apenas ha sufrido daños, ya sean ocasionados por el tiempo o bien la acción humana. Representa por tanto un ejemplo perfecto de fortaleza musulmana del siglo X, y forma el conjunto fortificado mejor preservado de la época del Califato de Córdoba, al tiempo que es uno de los castillos musulmanes mejor conservados de toda España. Su incalculable valor histórico y artístico es la razón por la que este castillo llegó a ser declarado como Monumento Nacional burgalimar en 1931.

El castillo de Baños de la Encina se estableció en una zona esencial y estratégica, justo en la entrada del valle del Guadalquivir y, por consiguiente, de Andalucía. Fue el califa Alhakén II (autor de la ampliación más lujosa que sufrió la Mezquita de Córdoba y también hijo del rey Abderramán III) quien decidió su construcción.

Los trabajos de construcción de la fortaleza de el El Castillo de Burgalimar se comenzaron en 9682​ (año 357 de la Hégira), como lo prueba una inscripción grabada en la puerta, cuyo original se conserva en el Museo arqueológico nacional de la capital española. Su construcción es contemporánea a la edificación de fortalezas similares en la región, tales como el Castillo de El Vacar, en la provincia de Córdoba, peor preservado.

Según las crónicas de la temporada, el califa ordenó levantar múltiples circuitos vastos fortificados de idénticas características a lo largo de todo el camino que conducía de Sierra Morena cara Córdoba, con la intención de alojar a sus tropas (fundamentalmente compuestas por mercenarios magrebíes) que se dirigían cara el Castillo de Gormaz (provincia de Soria), al norte de al-Ándalus, para hacer razias contra los reinos cristianos. No obstante, esta línea de fortificaciones no iban dirigidas a objetivos protectores, puesto que el país atravesaba entonces por un largo período de paz.

En el siglo XI, tras el hundimiento y la separación del Califato de Córdoba en múltiples reinos de taifas, el castillo atraviesa periodos bastante difíciles. Se convierte en objeto de continuas y feroces luchas entre musulmanes y cristianos, que ven allí una pieza clave para acceder a Andalucía. Alfonso VII de León se lo arrebata a los musulmanes en 1147, mas después de su muerte en 1157, la fortaleza vuelve a manos islámicas. Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León llegan a recuperar el castillo en 1189, sin ser este un éxito definitivo, pues 3 días tras la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), la fortaleza vuelve a pasar a ser dominio musulmán.

Hay que esperar al impulso decisivo que da Fernando III en busca de la reconquista del sur peninsular a fin de que el castillo pase claramente, en mil doscientos veinticinco, al dominio castellano. El rey lo cede al arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, y su defensa y guarda es confiada a la Orden de la ciudad de Santiago, implicadísima en las operaciones militares del sur de la península ibérica. Poco tiempo después, Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la ciudad de Baeza, de la que va a depender hasta 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa.

En 1458, en pleno periodo de disputas nobiliarias en Castilla, Enrique IV cede la fortaleza a su condestable, Miguel Lucas de Iranzo. La decisión provoca el rechazo y malestar de la población, que se niega a cambiar de jurisdicción. En mil cuatrocientos sesenta y seis, el regidor de Baeza toma el castillo y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella temporada, con la construcción de la Torre del Homenaje alrededor de uno de los bastiones originales musulmanes, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. Anteriormente, en el siglo XIV habría sido reorganizado el espacio interior, con la edificación de un pequeño fortín sobre la plaza de armas, protegido por una muralla interior.

Más recientemente, se emprenderían diferentes labores de restauración, siempre bajo la tutela de la Dirección de Preciosas Artes. Actualmente es propiedad pública y pertenece al Municipio de Baños de la Encina.